y no estabas tú
y me toca levantar mis miedos.
Sola.
Como de costumbre.
El silencio que siento
en cualquier bar
donde estás tú -y no me escuchas-
deja el alma en cada espejo.
Te veo a lo lejos
y mi dolor al apartarme la mirada
es equivalente
a todos los no-abrazos
que quizás eche de menos.
Sabes que estoy cuerda,
no hagas como si no notaras nada.
Que te veo reír
y esto no es un canon como solíamos.
Y ese fue el fallo catastrófico.
El punto y adiós.
Entiende mi castigo,
no me diste tiempo a enviar mi carta de despido,
de decirte que no podía seguir hacia ti.
No podía perderme a mi.
Y ahora no me encuentro ni en mi sombra.
Cada canción de Serrat eres tú,
en cada verso de Neruda veo tu cara.
En cada playa, en cada tramo de arena,
en cada ola está escrito tu nombre.
Pero al revés.
Como nos solía salir todo.
Cada paseo por la noche de la mano,
cada 'esta es mi novia' cuando conocí a tus amigos,
cada beso en las farolas. Todas. Hasta llegar a casa y acabar.
Estoy obsesionándome.
Y es que no te saco de mi cabeza.
No pienso mas que en ti.
No sé si te sigo queriendo,
sólo sé que vivir sin ti me está matando,
pero tenerte suponía no tenerme a mi.
Y había que elegir,
o matarnos o matarme solo a mi.